lunes, 3 de diciembre de 2007

YA ESTOY COMPLETA


No hay nada peor para la salud mental que una mente ociosa. Supongo que Aristóteles sí sabía emplear su tiempo. Yo no soy Aristóteles y ante la imposibilidad de filosofar o de hilar algún pensamiento inteligente, me paso horas inventando cosas que hacer.Ayer, ante mi alto grado de felicidad, decidí infligirme algún daño que me hiciese volver a la realidad. Para auto-mutilarme utilicé la revista Mujer Hoy, que por más que sé que es dolorosa, no puedo dejar de leerla para comprobar de qué se alimenta el cerebro de mis compañeras de oficina.

De cosas como esta:

"¿Los hombres son infieles por naturaleza?"



El 30% de los varones y el 10% de las mujeres confiesan haber caído alguna vez en la tentación. Ellos quieren sexo y sentirse conquistadores y ellas quieren, básicamente, alguien que las escuche.


Mi teoria: Pues que se compren un perro (los dos).


Evidentemente el ser humano es infiel por naturaleza. Es por cuestiones culturales por lo que no somos infieles. Por eso y por la pasta que te dejas en el divorcio, por lo mal visto que está y por el estrés que produce.

Después de leer esto ya puedo decir con pleno convencimiento que a las mujeres nos gusta sufrir. Mientras los hombres leen revistas para entretenerse, las mujeres leen revistas para psicoanalizarse y para sembrar las semillas de la duda...Las revistas de mujeres me resultan muy inquietantes.

Mis compañeras leerán este interesantísimo estudio elaborado por Nordic Mist (¿¿??) y pensarán que su churri es uno de elle 30% .

Pero ¿qué más da si es por naturaleza o por cuestiones personales? ¿Por qué tanto miedo a la infidelidad? A mi probablemente me hayan sido infieles la inmensa mayoría de mis amantes (o no), pero ¿que más da?...

¿Por qué damos tanta importancia a que un churri nos sustituya por una rubia de pechos turgentes?--- ¿Y si nos sustituyera por el punto de cruz?

A mi me fastidiaria mucho más (mucho) que me sustituyeran por el punto de cruz.

Y no quiero pensar en cómo se ha realizado la encuesta ni cual ha sido la muestra porque ya he sufrido suficiente.

Cierro la revista, me enfado y decido que soy una escéptica absoluta de la vida en pareja, del amor, de las encuestas, de las revistas, el género femenino, el género masculino, el neutro e incluso en los pavos. Todo es mentira.

Asi pues, leo un artículo en La Nación, titulado "¿Se ama con el corazón o con el cerebro?" y no puedo reprimir un par de ovaciones y varios intentos de hacer la ola. (tal vez no todo sea mentira)

Este sabio señor, de nombre sonoro Walter Riso, dice que se ama con el cerebro y que cuando se convierte en una obsesión, pasa a ser una enfermedad.

"Estudiamos las denominadas nuevas adicciones, que son la belleza, el celular, Internet, el trabajo y, por supuesto, el amor -explicó-. Los resultados nos ayudan a hacer prevención. No hay que olvidar que toda adicción es una enfermedad per se y, por lo tanto, con consecuencias altamente riesgosas." (textual)

¿Y cual es la prevención del amor, esa adicción altamente "riesgosa"? Cirugía plástica y todos con la cara de Stalin y/o Trotsky.

Podemos ir al médico, decir "Oiga, que estoy enamorada de mi Thermomix y no me corresponde: me ralla, me pica, pero me no me bate" y te darán la baja laboral. Depresión por amor????

Sigo leyendo y decía Eduardo Mendoza algo así como que cuando empiezas a escribir, no sabes de qué hacerlo porque tienes mucho que decir y cuando llevas mucho tiempo escribiendo no sabes de qué escribir porque ya lo has escrito todo.

Ya no sé de qué escribir. Me pasan cosas que a veces cuento y otras no, porque al final todo se resume en que soy torpe, soy de izquierdas, soy morena, soy mujer, tengo un madre y no tengo perro... No tengo mucho que ofrecer.

Una vez que muestras tus pánicos, tus vergüenzas, tus vísceras... ¿De qué escribes?

Dudo mucho que a nadie le interese (ni siquiera a mi) que esta semana he ido mucho al teatro, que me siento mayor, que estoy OTRA VEZ al borde de un posible cambio, que quizá mañana me mude, que estoy encantada de conocerme y que eso es lo peor que le puede pasar a los que me rodean. Que me siento bien, autosuficiente. Que puedo montar un mueble del IKEA. Que cada vez me enfado menos veces y que hace mucho que no me ofendo.


Y que esto me preocupa.